18 marzo 2014

Novela 1ºB



CAPÍTULO I: UNA BATALLA DESPUÉS DE LA GUERRA. (Alberto Martín)
Era verano y Richard había salido a dar un paseo por el campo como cada mañana, para después continuar con su solitaria vida en un pequeño pueblo de Arizona. Richard es un veterano de guerra del ejército americano, había estado en Vietnam.
En Vietnam él había perdido su alegría, cuando vio morir a su lado a su mejor amigo desde la infancia, Jerry.  Desde entonces el hombre llevaba una vida muy huraña, en su pequeña casa. A Richard ya no le quedaba nadie, no tenía familia, ni amigos, solo uno, el hermano de Jerry (que vivía en el mismo pueblo y también había estado en Vietnam, se llamaba Lucas), y la familia de este.
El hombre nunca olvidaría la muerte de su amigo, estaban en aquel arrozal, inundado de cadáveres (la mayoría americanos), aunque llevaban armas de última generación nada pudo salvar la vida de su camarada, ni siquiera él, ni Lucas (aunque fuesen boinas verdes). Habían pasado más de doce años desde este suceso, el hermano de Jerry le decía que no se comiese la cabeza, que no era culpa suya, sino de aquellos soldados vietnamitas y soviéticos, pero Richard no lo superaba, decía que era por su  culpa, que le tenía al lado y no había hecho nada (en realidad no había podido evitar que le disparasen, pero él se culpaba).
Todos los días daba una vuelta por el campo, cuidaba sus tierras y también iba a la tumba de su amigo a pedirle perdón por no haber podido salvarle la vida. Cuando fueron a Vietnam Richard no tenía novia, ni mujer, ni hijos, pero Jerry tenía una familia y una mujer, que estaba embarazada. A nuestro protagonista le aterraba pensar que si hubiese podido hacer algo, su colega habría podido conocer a su esperado hijo, mientras que si a él le hubiese dado la bala nadie lo habría echado en falta. No tendría que dejar a un hijo huérfano que no conocería a su padre, ni a una mujer viuda que llorase su muerte; habría sido como si él nunca hubiese existido, como que no hubiese pisado nunca la tierra.
Richard siempre que podía llevaba a Ronald (el hijo de Jerry) un regalo, alguna foto o algún recuerdo de su padre, no quería que nadie lo olvidase.
Un día a nuestro protagonista le llegó una carta del mismísimo presidente de los Estados Unidos de América, Ronald Reagan, preguntándole que si podría participar en el adiestramiento de soldados de guerra en zona de peligro. En un principio,  no sabía qué hacer,  tenía en mente rechazar la oferta (porque para ello debería trasladarse seis meses mínimo a  Washington), pero después pensó en aceptarlo, porque Jerry siempre había querido ocupar ese mismo cargo después de la guerra.
Preguntó a Lucas lo que él creía que sería la mejor elección. Este le dijo que debía hacer lo que creyese oportuno y que ni él ni nadie sería quién para decidir nada, es decir, que le dejó como estaba.
Al día siguiente, como siempre, hizo su paseo matinal. Cuando llegó a la tumba de Jerry, se lo preguntó sin obtener respuesta.
Este se fue aquel día más pronto a la cama, para reflexionar sobre qué hacer. Esa noche soñó sobre cómo llegaron a Vietnam, cómo era su situación allí destinados, y sobre todo soñó con su adiestramiento, muy duro y según él no había servido de nada, ya que no había podido ni siquiera salvar a su amigo, por muy boina verde que fuese. También soñó en cuando eran niños y jugaban juntos a los batallones, excavaban hoyos a modo de trinchera, fabricaban rifles con palos y cuerda, cerbatanas con bolígrafos y cuchillos con palos.
Al final Richard acabó por aceptar el cargo. Le mandó una carta al presidente Reagan en la que decía lo siguiente:
Estimado señor presidente será un placer para mí ocupar ese alto cargo de instructor de combate para futuros soldados  del gran ejército de nuestro país. Lo haré por nuestra patria  y por intentar enseñarles lo mejor posible a los reclutas y que puedan salvar su vida en el frente de batalla, y por todos los soldados caídos en combate. Un saludo.
Richard  Lincoln.
Diez días después cogió un avión hasta  Washington.
Se instaló en un piso en el centro de la ciudad, a costa del gobierno.



Capítulo II. El instructor instruido. (Álvaro Jiménez)
Era un día de mucho calor, Richard había dormido muy pocas horas la noche anterior, no sabía bien si por el calor que hacía en el apartamento o bien por el estado nervioso que le producía el hecho de que a la mañana siguiente comenzaría su labor como instructor.
Tomó tan solo un pequeño vaso de café como hacía todas las mañanas y rápidamente se vistió con su uniforme de oficial para dirigirse hacia la Academia Militar. Allí le recibieron el general Peter y el presidente Ronald Reagan. Estuvieron un rato conversando y le estuvieron enseñando las instalaciones a Richard. Al cabo de un rato le presentaron al pelotón de  Marines Americanos a los que tenía que instruir y  a los que fue saludando uno por uno en fila. También le estuvieron diciendo que su misión allí era muy importante ya que dentro de poco había que realizar una misión secreta en la selva de Vietnam. Al decirle eso a Richard se le encogieron las tripas ya que le vino a su mente el recuerdo de su amigo Jerry. Por otra parte se motivó ya que pensó que podía sacarlo adelante porque habían confiado en él.
Ya por la tarde volvió a su apartamento a recoger sus pertenencias, ya que Richard prefirió vivir su periodo de instructor en la Academia Militar como un buen Marine instructor y no como un personal civil. El ejército era todo lo que tenía y él lo vivía con una pasión increíble.
7:00 horas de la mañana, y la corneta del toque de diana resopló en los oídos de Richard como la más bonita de las melodías que hacía tiempo no escuchaba. Preparó a conciencia su uniforme de campaña, su camisa y pantalón perfectamente planchados y sus botas resplandecientes. Bajó al comedor de oficiales para desayunar pero como de costumbre tan solo se tomó un pequeño vaso de café.
A las 8:00 horas se dirigió hacia la plaza principal de la academia allí le estaban esperando su ayudante el sargento William con la veintena de soldados que componían su pelotón. Al verle llegar, todos se pusieron tan firmes como el mástil mayor de un buque, con su mirada al frente, su cabeza erguida y con el temor que todo soldado tiene al comenzar tan duro entrenamiento.
Richard, que era una persona ya veterana en estos temas, quiso quitarles presión a todos los soldados, y comenzó por indicarles que es lo que harían en las próximas 24 semanas, con que comenzaría su preparación, que tácticas de combate aprenderían, que armas de nueva tecnología usarían y sobre todo, que todo lo que aprenderían tan solo tenía un fin; realizar con éxito la misión en Vietnam y volver a casa sanos y salvos.
Habían pasado ya las tres primeras semanas y Richard tenía buenos presentimientos de cómo estaba funcionando su pelotón, el pelotón Arivaca, en honor al  pequeño pueblo de Arizona donde se crió. De todos los soldados que componían su pelotón Richard ya tenía claro cuál iba a ser la función de cada uno de ellos, sacando lo mejor del interior de cada uno y junto a la aportación que él les proporcionase, crear el mejor equipo de intervención y asalto que había existido jamás.
Nadie se imaginaba lo que esa mañana de otoño iba a suceder en la Academia Militar de Washington. Todos los componentes del pelotón Arivaca se dirigieron al helipuerto de la base para subirse al helicóptero que les conduciría unas cientos de millas al norte para realizar saltos en paracaídas sobre terrenos montañosos. Una vez allí, empezaron a saltar uno por uno del helicóptero incluido el sargento William y por supuesto Richard. De pronto y a 1500 pies de distancia el paracaídas del soldado  Johnny no se podía abrir, intentó por todos los medios que se abriera pero le fue imposible, empezó a ponerse muy nervioso  y a realizar maniobras extrañas. Intento que se abriera el paracaídas de emergencia pero algo también fallo y cuando este por fin se desplegó ya era demasiado tarde, no había distancia suficiente y el cuerpo de Johnny se perdió al este del bosque de pinos. Tardaron varias horas en encontrar a su compañero y cuando lo hicieron se presagió  la terrible noticia que ninguno de los componentes quería que ocurriera, el fallecimiento de su compañero Johnny.
Fue un funeral militar muy emotivo, donde no faltaron las bellas palabras hacia su compañero ni las lágrimas en los ojos que se podían ver en las mejillas de alguno de ellos. Después que se despidieron de todos los familiares, amigos y compañeros, Richard comunicó al sargento William que reuniera al pelotón en el barracón nº 3 para hablar con todos ellos. Una vez que entro el último soldado, parecía que el velatorio seguía allí mismo, ninguno hablaba, todos tenían la mirada perdida, algunas lágrimas continuaban en las mejillas de algunos compañeros, etc.… hasta que Richard tomo la palabra y les dijo: - Esto ha sido una pérdida muy dura, pero debemos de seguir adelante, como a él le hubiera gustado. Os he reunido aquí para comunicarles que he hablado con el General y me he presentado voluntario para cubrir la baja del soldado Johnny, así que desde hoy seguiré siendo vuestro instructor, pero viajare a Vietnam con todos ustedes,  para llevar a cabo y a  buen puerto esta misión.


Capítulo III- El pasado marca el futuro. (Samuel Pascual Temiño)  
15 años después. de la operación vietnamita.., 23 de octubre. Hacía 15 años de aquella desagradable fecha en que acabó la dura operación Linebacker,  era un día de descanso en el pelotón, por lo que todo el mundo estaba de ocio y tiempo libre. Richard, se aseó, se vistió y fue a encontrarse con sus compañeros.
Todos ellos estaban reunidos en el barracón número 14 de la Academia Militar de Washington y todos miraban atónitos sin pestañear a una vieja televisión en la que se emitía un reportaje sobre aquella operación bélica que pese a que hubiesen pasado 15 años, los americanos adultos no habían olvidado.
En cuanto Richard contempló las imágenes del viejo aparato se sumió en sus pensamientos, recordaba aquella dolorosa y terrible misión en  la que él había sido participe. Por un momento, el pasado volvió a su mente, todo parecía real, se encontraba en medio de la selva, rodeado de plantas de bambú, el suelo teñido de sangre, muchos cuerpos muertos y heridos esparcidos por la tierra, personas inocentes de los dos bandos sin distinción. Con el corazón a punto de salirse de su gran caja torácica, corría para poder salvar su vida, cada segundo se le hacía infinito en ese asqueroso e inhóspito paraje. Le perseguían las malditas balas de las metralletas vietnamitas, a su lado también corría huyendo velozmente su amigo Bob, de repente a éste le alcanzó una bala en el pecho, cayó desplomado al suelo al tiempo que su amigo se acercó para socorrerlo. Mal presagio, Bob no estaba consciente, su pecho tenía un enorme boquete por dónde borboteaba sangre. Las manos de Richard chorreaban sangre mientras cargaba a su maltrecho amigo…
Richard volvió a la realidad, estaba mareado y revuelto, salió de aquel barracón malhumorado dando un fuerte portazo que sorprendió a sus amigos. Fue al barracón donde se instalaba y se sentó en el suelo derrotado por los imborrables recuerdos del pasado. Encendió su mini-radio  y trató de relajarse, una voz melodiosa irrumpió en la retransmisión, se trataba de un chico de 38 años, llamado Bruce Springsteen y cantó una de sus mejores canciones “Born in USA”, que el escuchó detenidamente  reflexionando cada una de sus palabras.
Al acabar la canción  pensó si lo que estaba haciendo tenía algún sentido, ésta hablaba del poco reconocimiento que el Gobierno les dio a los soldados americanos al volver de Vietnam. En ese instante recordó a Jerry y a su hermano Lucas, todos estos años había querido cumplir con su voluntad, pero se dio cuenta de que era hora de tomar decisiones por sí mismo. Al escuchar la música se fue liberando de todas esas ideas que había oído desde niño, sin dudar si estaba bien o mal, sólo servía al Gobierno, era igual que una marioneta dirigida por los altos cargos del pueblo americano. Hasta entonces, no se había dado cuenta que había sido un peón entre tantos a los que el pueblo americano había engañado haciendo promesas incumplidas. La guerra sólo trajo miseria y dolor al país, mutilados, gente sin familia, niños que no conocerían a sus padres todos engañados por aquel al que todos llamaban “Tío Sam” y aquella absurda frase “I want you”. Recordó las citas de sus libros de niño, especialmente del libro “Veinte mil leguas en viaje submarino” del magnífico escritor Julio Verne: “Con el submarino ya no habrá más batallas navales, y como se seguirán inventando instrumentos de guerra cada vez más perfeccionados y terroríficos, la guerra misma será imposible.”  Un pensamiento de pronto le vino a la cabeza: anunciaría su marcha  del ejército a la mañana siguiente, no había vuelta atrás.
Por la noche tuvo pesadillas con Jerry y otros tantos amigos que la guerra se llevó consigo, se pasó gran parte de la noche sin dormir.
A la mañana siguiente, Richard vistió  su uniforme y rezó por los amigos que había perdido en la guerra, salió de su barracón, contempló la luz del día y respirando hondo se dirigió al punto de reunión. Allí, sus compañeros le estaban esperando con una taza de café caliente, él la rechazó. Los marines le miraron extrañados y asombrados pues siempre lo tomaba. Richard les contó su irrevocable y firme decisión.  La sorprendente noticia hizo que algunos derramaran el café sobre sus verdes uniformes,  no podían imaginar que un ilustre veterano como él pudiera tomar esa decisión, le intentaron convencer de que se quedara en el ejército pero él se negó en rotundo.
Un coche oficial le condujo a La Casa Blanca, donde le esperaban el Ministro de Defensa y el presidente Ronald Reagan. El coche paró en los jardines, dio propina al chófer y fue paseando a paso ligero por los bonitos jardines hasta la puerta. El mayordomo del presidente le recibió y le invitó a pasar. Le condujo hasta una lujosa sala de espera donde le ofreció tabaco, él aceptó y esperó fumando lentamente hasta que el mayordomo volvió a buscarle. Le acompaño al tiempo que hablaban sobre el partido de la “superbowl” hasta el despacho del presidente. El mayordomo era de color, se llamaba Cecil y había servido hasta el momento a siete presidentes. La conversación se cortó porque Richard debía hablar con Reagan.
Entró en el despacho, el presidente y el ministro estaban sentados en unos cómodos sofás de cuero negro. El presidente le invitó a sentarse junto a ellos. Richard les habló sobre la inminente marcha del ejército. Ellos se negaron rotundamente, él siguió insistiendo y tuvieron que utilizar otra estrategia para tratar de hacerle cambiar de idea. El ministro sacó el billetero del bolso interior de su traje y  extrajo un billete de cien dólares, era verdadero, en él estaba impresa la cara de Benjamin Franklin. El presidente Reagan tomó la palabra, le ofrecían quedarse en el ejército a cambio de recibir dos  billetes de igual valor al suyo cada semana más su sueldo de instructor, era una oferta muy tentadora, pero él se negó agradeciendo su interés.
Hicieron los trámites, Richard dejó de pertenecer al ejército y ya era libre, civil como dicen algunos. Reagan, se acercó con cariño a él y le dio el billete. Richard lo cogió, lo mantuvo en la mano izquierda unos segundos. Sacó un encendedor del bolsillo derecho del pantalón, el presidente creyendo que iba a fumar sacó un puro. El protagonista de nuestra historia encendió el  fuego de su plateado encendedor y sin dudar, agarró el billete y lo quemó. Reagan se quedó sorprendido, atónito, sin palabras… Richard pronunció con voz fuerte estas palabras: “No aceptaré el dinero de un Gobierno que es infiel a su pueblo y patria, que con sus actos trae dolor a su pueblo y con ellos insulta a la bandera americana”. 
Richard salió del despacho Oval, se despidió de Cecil, el mayordomo; volvió a recorrer los jardines respirando muy fuerte tratando de olvidar lo sucedido y salió a la calle. Pidió un taxi, se dirigió al aeropuerto y cogió un avión destino Arizona para visitar otra vez la tumba de su buen amigo Jerry. Esta vez a Richard el destino le hizo cambiar el rumbo de su historia, ese día aquel joven cantante, cuya canción le había marcado hasta provocar su marcha del ejército, tenía un concierto en el bar del pueblo donde ahora se encontraba, Arivaca. Richard intentó buscar entradas para el concierto privado pero estaban agotadas, entonces se le ocurrió esperar  a Bruce en la salida del local.
Cuando salió Springsteen, después de firmar autógrafos y hacerse fotos con la gente venida de todos los pueblos de la zona, se metió en su coche para dirigirse al hotel. Richard pedaleaba a gran velocidad en su vieja y oxidada bicicleta detrás del vehículo. Tras varios metros de polvoriento camino, el conductor veía algo moverse por el espejo retrovisor, era nuestro protagonista. El chofer paró, los músicos vieron que era un hombre inofensivo impaciente por contar algo a la estrella. Avisaron al cantante, Bruce se asomó por la ventana e invitó a Richard a dejar la bicicleta en la parte trasera del coche y a acompañarle hasta su hotel.
Dentro del todoterreno Jeep Cherokee XJ, Richard se presentó y le contó su historia. Springsteen quedó muy asombrado y Richard le contó la idea de trabajar con él haciendo campañas para que a los excombatientes les fueran reconocidos sus derechos y ayudas tras haber estado peleando por la patria varios años en esa maldita guerra. Bruce sin pensarlo un instante aceptó y dijo que le contrataría como ayudante y asesor. Llegaron al hotel, tras cenar una hamburguesa se despidieron y quedaron para el día siguiente.
Por  la mañana,  Richard se vistió, esta vez de civil, y se dirigió hacia el hotel donde se hospedaba Springsteen. Nada más llegar, fue invitado a pasar, Bruce se encontraba escribiendo la letra de de sus próximas canciones, le recibió amablemente y le enseñó las partituras de sus nuevas melodías y le fue presentando a todos los miembros de la E Street Band.
Tras las presentaciones, Richard les contó brevemente su historia y su proyecto del que todos los miembros de la banda estuvieron muy interesados y apoyarían sin dudar. Ellos, más ambiciosos que él todavía, además de reclamar ayuda y pedir derechos, realizarían conciertos gratuitos a favor de los excombatientes y crearían una ONG con los mismos fines. ¡Qué feliz se encontraría su amigo Jerry!
Al día siguiente la famosa banda viajaría siguiendo la gira por toda América del Norte, pero esta vez con un miembro más, Richard.


Capitulo IV: Un emotivo concierto (Carla García)
Era una mañana tranquila, Richard como hace habitualmente se levanta, se asea, se viste, se toma su café matutino y sale a dar un paseo como cada mañana pero no en la misma ciudad, al terminar de dar el paseo se dirige a la habitación de Bruce para ultimar detalles sobre el concierto que esa noche se iba a dar en Ottawa, Canadá.
Hablaban sobre que sería el primero de sus conciertos dirigido a todos los excombatientes de Vietnam para reclamar sus derechos y reconocerles sus meritos que a muchos les había costado la vida. Bruce y Richard se pusieron a repasar el repertorio y la colocación de las canciones para que el tema principal fuese ``Born in USA´´, que fue la inspiración de Richard para la organización de los excombatientes. También tenían que pensar el lugar en el que se colocarían los familiares de los excombatientes a los que habían invitado.
Ya estaban vendidas todas las entradas para ver el concierto en el parque de Rugby Twin Elm , ya que había corrido la voz de que Bruce tenía un nuevo representante que era excombatiente y que todo este concierto iba dirigido a la causa. Richard ya había terminado el papeleo y salió a dar una vuelta para despejarse. Iba tan centrado en sus pensamientos que no se dio cuenta que enfrente de el estaba una preciosa mujer leyendo el periódico. En el momento en el que se quiso dar cuenta la chica ya estaba en el suelo y el encima de ella.
Richard se levanto de un salto ayudo a la chica a levantarse y enseguida la pidió disculpas. Ella se echó a reír al ver la preocupación de Richard y el la invito a tomar café estuvieron al menos una hora larga charlando, él la dijo que estaba de paso por la ciudad pero no le dio demasiados detalles de quién era y a lo que se dedicaba. Ella se presentó como Rose y le conto que era profesora de música y centraron toda la conversación en ese tema.
De repente Richard se dio cuenta de la hora se le había hecho muy tarde, ya tenía que haber vuelto al hotel, se despidió de Rose amablemente y le volvió a pedir disculpas por el encontronazo que habían tenido en el parque y se marcho rápidamente.
Richard fue a la habitación de Bruce, ya era la hora de ir al parque de rugby, de camino al concierto todos hablaban de lo emotiva que iba a ser la noche, sin embargo Richard solo pensaba en la tarde que había pasado con Rose y de lo guapa que era, de pronto le vino a la cabeza que no sabía su dirección,  ni su teléfono, ni ningún medio por el que poder localizarla, se pregunto:
-¿volveré a verla? , no voy a estar muchas horas en esta ciudad ¿La veré antes de irme?...
Ya habían llegado al parque de rugby. Se dirigieron a los vestuarios, antes del concierto. A Richard le tocaba hablar con los familiares de los excombatientes al llegar a la familia de Bob, Richard se sorprendió y se asombró al ver a Rose sentada enfrente de él como parte de la familia de Bob y ella no sabía que decir así que Richard dijo:
-Yo estuve en la guerra con su hijo, señora
Y la señora dijo: - esta es mi hija pequeña Rose, lo paso muy mal cuando murió su hermano pero este concierto la pareció una buena iniciativa porque le da el reconocimiento que se merecían todos los excombatientes.
Se quedó con ellos el resto del concierto. Entre Rose y Richard había cruces de miradas incluso el noto en momentos que ella se sonrojaba.
El sabia que  tenía que irse en pocas horas, pero solo pensaba que quería volver a verla. Ya que estaba teniendo sentimientos hacia ella.
El concierto salió como todos esperaban.



Capítulo V- Ser robots. ( Nuria Orobón Repiso)
Inglaterra- pocos días antes...
El volumen de la televisión en el salón de la base secreta no podía estar más elevado. Por las noticias que daban en el programa salía Richard con todos los miembros de la banda de Bruce, diciendo que prepararían un concierto dedicado a los soldados. El personal de la base estaba muy agitado, aunque muchos sólo estuvieran apostando dinero o jugando al póker. Uno de ellos parecía el más nervioso de todos. Era alto, de 1´90 más o menos, tenía una chaqueta y unos pantalones a juego con su pelo castaño. De repente el jefe dio un grito que hizo retumbar toda la sala, la habitación quedó en silencio. Entonces el jefe añadió:
- ¡No os dais cuenta que si esos imbéciles, triunfan mis planes se irán a pique! La gente estará a favor de la paz, las excusas para iniciar acciones violentas no conseguirán imponerse. Nuestra operación se vería perjudicada por esta noticia y dejaríamos de tener grandes beneficios. 
- Tú, convoca una reunión.
Poco después todo el personal de la base estaba reunido. El jefe comenzó a hablar:
- Señores, tengo una mala noticia que darles. Hace tan solo unos minutos ha salido por la televisión un tal Richard defendiendo la paz, la no violencia los derechos de los soldados, y no sólo es una persona la que nos preocupa, sino muchas más, la noticia se ha extendido a nivel mundial. Se ha hecho demasiado famoso, y eso pondría en peligro nuestra operación, las personas deben hacer lo que se les mande, deben ser como robots- hizo una breve pausa- por eso voy a enviar a una de las mejores agentes de la organización, a la señorita Rose.
Rose entró por la puerta, su largo cabello dorado, sus ojos azul mar y sus labios hacían que todo el mundo se fijara en ella, con una sonrisa maligna se acercó a Philip (el jefe). Entonces éste mandó que desalojaran la sala dejándoles solos.
- Rose, tu misión es convencer a ese tal Richard para que cambie de opinión y no de conciertos con la banda para defender los derechos de los soldados, intenta sobornarle, en caso de que no acepte haz lo que creas preciso. Primero intenta ganarte su confianza, después hazle la gran pregunta. No quiero fallos.
Ella sólo se limitó a decir:
-Señor, sí, señor.
Rose salió por la puerta y se fue a su casa, se puso el pijama y se quedó dormida pensando en su plan.
A la mañana siguiente se levantó se puso una blusa y unos cómodos leggins,  se tomó un buen desayuno con un cremoso café, de los que anuncia George Clooney,  y se dirigió al aeropuerto para coger el jet privado que la estaba esperando, rumbo a Ottawa, Canadá.
Después del largo viaje en el que estuvo estudiando cómo iba a desarrollar el trabajo que le habían mandado hacer, decidió llamar a su contacto en Canadá para que la presentara a las personas que se harían pasar por familiares de un combatiente de la guerra de Vietnam. Este la informó dónde estaría Richard al día siguiente y la enseñó fotos suyas para poder identificarlo. 
Se dirigió al hotel para pensar como llevar a cabo su plan de  y poder descansar.
Al día siguiente se reunió con las personas dispuestas a hacer de familiares. Cada uno sabía lo que tenía que hacer, el papel a representar y repasaron el guión de la historia. 
Cuando llegó al parque compró el periódico y se sentó en un banco esperando a que pasara Richard y se produjese su "inesperado y casual" encuentro. 
Al final de la jornada Rose llamó a Philip informándole de que todo había salido a la perfección. Estaba contenta de cómo se había producido el encuentro con Richard.
Philip la informo a Rose de los próximos lugares donde continuaría la gira de conciertos en los que estaría Richard, y los países que visitaría.
Así que cogió el avión y se dirigió a París, Francia. Aterrizó en el aeropuerto de Orly y se alojó en un hotel,  pensó la forma de justificar su presencia cuando se encontrase con Richard. Como no se la ocurría nada decidió que lo mejor sería acostarse, ya que había sido un duro y cansado día.
A la mañana siguiente pensó en ir a dar un paseo por París para ir conociendo la ciudad, visitaría los lugares más importantes y famosos y así a lo mejor la vendría la inspiración. Cogió el metro y fue haciendo un recorrido por la torre Eiffel, el Sena, la catedral de Notre Dame, el barrio de Montmartre...
El día fue agotador pero ya tenía una idea bastante clara de París y ya sabía por qué sitios atajar en caso de necesidad.

Capítulo VI - Cansado de la música (Juan Marinero García)
Después de aquel día tan agotador, con una idea más clara de París tras tanto turismo, Rose, al llegar a casa lo que primero que pensó hacer era tumbarse en la cama, pero antes llamó a Richard, para preguntarle si ya sabía los lugares por los cuales daría la gira.
Por otra parte, Richard tenía unos pensamientos en la cabeza, que no se atrevía a contar a nadie, porque todo el mundo le insultaría y le pegaría, aquellos motivos, tenía pensados desvelarlos un tiempo después, quizá cuando acabase la gira, no sabía. Los motivos que le rondaban por la cabeza a Richard no los podía soporta, y eran que él ya estaba cansado de tanta gira y todo rápido, él quería relajarse ya un poco de todas esas cosas, pero claro, si lo desvelaba, todos sus fans se enfadarían, por una parte no sabía qué hacer, no quería que sus fans se enfadaran, pero tampoco quería seguir con esta historia. Richard estaba hecho un lío, no sabía si lo uno o lo otro, entonces decidió hacer una de sus cosas preferidas, que era leer. Leyó un gran número de páginas, pero no, no se enteraba de lo que leía, el no leía, el pasaba letras debido a sus pensamientos, y así siguió, hasta que decidió que no se estaba enterando de nada y por eso decidió ver la televisión, aunque realmente no tenía ganas. La vio aproximadamente durante media hora pero no, que tampoco se enteraba de nada, seguía aquel día en la cabeza, pero claro imaginando que tomara la decisión de relajarse pasado un tiempo, él querría ir a un lugar donde nadie le preguntase ni quisiera estar con él: ese era el problema, dónde iría.
Al final ya se había pasado todo el día, y Richard miró su anticuado y valioso reloj, en el que sus agujas ya marcaban las once de la noche,  decidió irse a la cama, ya no podía mas, nada le salía, era alucinante.
Al día siguiente, cuando la alarma sonó, se levantó, aunque tenía ganas de seguir en la cama para conciliar el sueño, como lo que no había podido hacer en toda la noche, pero ni se  molestó en tumbarse porque sería perder el tiempo, Richard lo sabía, no dormiría nada pensando en lo mismo toda la noche del día anterior.
Lo curioso es que en las pocas horas que había conseguido dormir le había dado  tiempo soñando con el lugar en el que se iría para relajarse, ya que estaba casi seguro de que realizaría esa opción debido al cansancio.
Aquel lugar en el que Richard había pensado en esas pocas horas de sueño para ir era a un diminuta isla que pertenecía a Australia. Y se llamaba Norfolk.
Pero claro iría a Norfolk en caso de que eligiera esa opción, pero claro como se lo diría a Rose.
La decisión de irse de Richard ya estaba tomada, se iría a Norfolk cuando acabe la gira y se lo comentaría lo antes posible a Rose.
Los conciertos de Richard seguían, y todo iba perfecto pero cada vez se le notaba más que algo le pasaba, hasta Rose había empezado a sospechar que algo le pasaba.
Richard habló con Rose para comentárselo, Rose también había comenzado a sospechar que algo sucedía dentro de la cabeza de Richard, así que irían al lugar donde vivía Richard para hablar con él.
Ya quedaba menos para que la gira finalizara, entonces Rose ya había buscado papeles de Norfolk y en había ido a la agencia de viajes para mirar apartamentos en Norfolk.
Por otro lado Philip y Rose ,en el viaje, cuando se dirigían al lugar en el que vivía Richard, pero cuando llegaron, llamaron al timbre y nadie estaba, y cuando se disponían a marcharse para hablar otro día con Richard, el astuto de Philip descubrió que la ventana que daba a la habitación de Richard estaba abierta, y como un cotilla, se acercó a ver si allí estaba Richard, pero no allí lo único que se veía era la cama de la habitación de Richard y unos papeles sobre ella.
De nuevo, la astuta de Rose vio que en el folleto ponía: "Hoteles y apartamentos en los que poder descansar y relajarse. Norfolk" y se oyó una voz detrás de Philip y Rose que les dejó patidifusos. Era Richard que venía con una sonrisa enorme en la cara y con dos billetes para el avión para dentro de un mes, que era cuando acabaría la gira, entonces Richard les contó todo esto, y Rose y Philip intentaron convencerle de que se quedara, pero no lo consiguieron.
Los tres últimos conciertos estuvieron a tope, sobretodo el último concierto, para despedirle, pero también porque sería la última vez que oirían aquella hermosa voz.
Al final del último concierto, Richard recitó unas palabras de agradecimiento a todos sus fans por lo que habían hecho por él.
El último día antes de marcharse a Norfolk, se despidió de los pianistas, baterías, guitarristas, de los que se encargaban de los coros... en fin, de todos.
En el avión descansó mucho, leyó algunas revistas, hizo alguna que otra sopa de letras, y así se le pasó el viaje, aunque para él se le hiciera eterno, ya había llegado, estaba en Nueva Zelanda, todavía tenía que embarcar para llegar  Norfolk, puesto que allí no había aeropuerto, ya que era una pequeña isla.
Allí estaba por fin, ya se podría relajar cuanto él quisiera.

CAPITULO VII - EL PASADO NO DESAPARECE (EDUARDO PRÉJANO)
Bueno la historia normal seguiría por aquí pero, claramente seria la típica historia de una persona que vive normal, en un sitio normal, con problemas normales pero así no siguió…
Dirigiéndose en un pequeño yate hasta la isla se encontraba nuestro protagonista. Este estaba saliendo de la isla a una hora más temprana de lo planeado puesto que justo repentinamente en el aeropuerto de nueva york (donde acababa su gira) tomo un vuelo que salía 30 minutos antes. Miraba hacia atrás y veía nueva Zelanda que se iba haciendo cada vez más pequeña, aunque todavía se podía ver el aeropuerto y los aviones aterrizando, y despegando. Justamente estaba viendo el que iba a ser su vuelo en un principio, le estaba viendo aterrizar cuando de repente; se divisa una gran explosión haciendo que el avión quedase desintegrado al momento. Los escombros se veían, las piezas del avión se veían en llamas salir volando en todas las direcciones, era un pasaje aterrador con lo que, su mente no pudo soportarlo más y este volvía al pasado y empezaba a recordar algo tan horrible que hasta un punto que su cabeza lo había eliminado para no sufrir, ni recordar.
Hace 15 años. Una patrulla de reconocimiento va a hacer una misión de asalto controlado. Esta la forman cuatro hombres: Bob, Jerry, Jonás y Richard. La patrulla avanza por la selva, no tienen aparatos electrónicos para no llamar la atención de los sonares enemigos, van solo con un mapa diminuto pegado con cinta a su muñeca y una brújula de la misma forma. Tienen un único objetivo: reconocer, señalar y reducir en silencio. Estos van bien equipados hasta que una tropa enemiga les sorprende por la espalda. Están solos tienen que correr las balas les perseguían y una alcanza a Bob, este le intenta coger pero tiene pulso, la habían atravesado el pecho con un rifle de tirador; no había nada que hacer. Ya a salvo empezaban los lloros en silencio, el capitán diciendo que ara una baja, los funerales, los recordatorios… pero lo que había pasado no se podía evitar.
Hace 12años. La falta de Bob era grande pero las misiones tuvieron que seguir con tres hombres. Las dudas salían, los rumores también.
Como nos podían haber encontrado, era la mayor y todo apuntaba a una cosa una traición. El problema era de quien; no sabíamos. Las sospechas eran enormes no había confianza, pero los tres años ayudaron a calmarlo todo. También se hizo alguna que otra misión, cosa que ayudo también mucho a calmar el ambiente, con lo que ya las dudas iban dirigidas a que fue un encontronazo, que algún civil de la selva nos vio y aviso, o que incluso vieron salir volando algún pájaro y sospecharon. El caso que la confianza volvió.
La patrulla iba a realizar una misión en los cañaverales de Vietnam. Era una misión sencilla solo teníamos que colocar una seria de artefacto para el asalto que se produciría un día más tarde. Yo ya no tenía preocupación el que si la tenía era Jerry. El ya no se fiaba de nadie y solo a mí me dijo que desde lo de Bob llevaba un señalizador de emergencia.
Cuando colocábamos uno de los aparatos una patrulla vietnamita nos tendió una emboscada y al momento las dudas volvieron a salir pero se aclararon rápido; Jonás se levantó del suelo y se puso  de pies apuntándonos con su pistola, en ese momento pronuncio.
-fue muy fácil, en la primera yo ya creía que me descubriríais, puesto que no pudo ser el capitán porque no llevábamos ningún GPS, no podía ser una coincidencia porque todavía faltaban 12 kilómetros para llegar y era un paraje sin ninguna persona y claramente no era Bob asique habéis sido tan tontos que ni me habéis visto- en ese momento tenía mucho miedo cuando continuo hablando- Jerry tu desconfiabas mucho de mi verdad, puesto que serás el primero en caer.
En ese momento Jerry cayó desplomado, la habían atravesado el cráneo con una bala. En ese momento se desencadeno una lucha; Jerry antes de morir activo la bengala electrónica de auxilio. Yo solo tenía un objetivo. Me abalance y sin pensármelo dos veces le…
Ya estaba en mi casa cuando se oía el extra extra del chico que vendía los periódicos. Compre uno y en la portada aparecía en la portada “exsoldado de guerra boina verde muere en una explosión provocada”
Solo había una explicación; me querían muerto…


Capítulo VIII.  Nuevas ilusiones. (Víctor García ) 
Richard había decidido regresar a la tranquilidad de la localidad de Arizona donde vivía desde hace tantos años,  seguía sin encontrar ninguna actividad que le ayudará a sobrellevar las largas horas que pasaba pensando en sí hubiera podido hacer algo mas por ayudar a su amigo Jerry; cuando se levantó aquella mañana fue a dar un paseo por las afueras del pueblo,  eligió los caminos menos transitados para evitar cruzarse con mucha gente, estuvo andando durante varias horas y terminó llegando a unas naves abandonadas que no recordaba haber visto nunca, su curiosidad fue en aumento cuando comenzó a escuchar unos ruidos procedentes del interior de una de las naves,  segun se iba acercando los sonidos eran mas nítidos, parecia que algo o alguien estaba arañando el metal de las paredes o mejor dicho lo que quedaba de ellas; no pudo reprimir su mezcla de curiosidad y angustia por saber que era lo que estaba ocurriendo,  fue recorriendo el perímetro exterior hasta que descubrió un agujero en la alambrada que le dejaba el espacio suficiente para colarse dentro, estaba inquieto por un momento su mente empezo a recordar sus antiguas misiones de reconocimiento cuando llegaban a un lugar desconocido y lo primero que tenían que hacer era asegurarse que no hubiera enemigos escondidos esperandoles para atacarles por sorpresa,  un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar aquellos momentos vividos en el frente,  pronto recupero la serenidad y decidido entró para ver que ocurría, avanzó unos metros guiado por los sonidos que continuaba escuchando y se percató de que venian de detrás de unas cajas y restos de  basura que habia en una especie de habitación que en su día parecía q hubiera sido un despacho, como en sus mejores momentos avanzó decidido y con sus manos agarro firmemente los cartones y los apartó a un lado de la estancia no podía dar crédito a lo veían sus ojos,  se trataba de un cachorro de perro atado por el cuello a una cadena anclada a la pared,  al verle el animal se asusto e intento esconderse en otros restos de suciedad,  cuando Richard intento tocarle el animal seguia retrocediendo todo lo que le permitía la cadena, estaba aterrado su aspecto era realmente malo, tenia mechones de pelo arrancados y sus ojos mostraban una tristeza infinita, a su mente volvieron recuerdos de experiencias vividas anteriormente, recordó la liberación de unas personas que encontraron una noche que hacían reconocimiento en un poblado, no podía olvidar lo vivido en la terrible guerra de Vietnan donde había perdido tantas cosas entre ellas a su mejor amigo; 
Con ayuda de una barra de acero pudo arrancar de la pared la cadena que lo sujetaba, una vez que el perro se hubo tranquilizado un poco y gracias a un pedazo de pan que llevaba en el bolsillo de la chaqueta, el animal fue confiando en él y terminó dejando que lo acariciara, decidió inmediatamente llevárselo a casa. 
Una vez que regresó lo primero que hizo fue quitarle aquellos eslabones de acero que le oprimían el cuello y después bañó a “Ron”, así fue como decidió llamarle, la parte más satisfactoria fue ver como comía todo aquello que llegaba a sus pequeños dientes y ver como una vez que su tripita estaba llena dormía plácidamente. 
Después de unos días ayudándole a recuperarse, pensó que ya era un buen momento de intentar encontrar un buen hogar para Ron, él no se  consideraba capacitado para cuidar de otro ser, se le ocurrió llamar a una asociación de animales abandonados:
-          ¿Buenos días?, le contesto una voz femenina muy agradable
-          Buenos días, contesto Richard
Y comenzó a explicarle como había encontrado y Ron y sí sería posible encontrarle un lugar de acogida.
-          Lo siento mucho, contesto la señorita, en estos momentos estamos totalmente desbordados no tenemos sitio para acoger un nuevo animal y menos un cachorro tan pequeño.
Después de dialogar un rato más y agradecer la atención recibida Richard se despidió de aquella mujer, con la sensación de haber fracasado nuevamente.
Pasaron varias semanas y cada vez se llevaban mejor, se hacían compañía mutua y ambos disfrutaban con las muestras de cariño que se daban, a Ron le gustaba despertar a su dueño con unos lametones en la cara y a cambio recibía un rascado en la cabeza o en el lomo. 
Richard sabía que su perro era muy inteligente y que podía aprovechar esa cualidad para hacer algo más que pasear con él, se le ocurrió llevar al animal a un centro de adiestramiento donde les enseñaban a rastrear la presencia de vidas humanas cuando había ocurrido algún desastre natural importante que requería de la habilidad de estos canes para encontrar personas normalmente sepultadas bajo muchas toneladas de escombros; Estuvo llevando a Ron durante más de un año todos los días varias horas y cuando hubo terminado su periodo de adiestramiento le llamo el Capitán del equipo de Rescate: 
-          Richard, tiene usted un perro excepcional, durante todo este tiempo ha demostrado que podría ser muy útil en situaciones difíciles. 
 -          Gracias, se que lo es. 
 -          Quería preguntarle, sí estaría usted dispuesto a prestarnos al perro en caso de necesidad, sí ocurriera alguna situación que necesitara de nuestra intervención. 
Richard no tuvo que pensarlo durante mucho tiempo, tenía claro en su cabeza que cualquier cosa que pudiera hacer para ayudar a otras personas, sería bueno para él. -          Si, para mí sería un honor poder colaborar con ustedes.

Pasaron unos meses muy tranquilos disfrutando de sus paseos matutinos, cuando una tarde sonó el teléfono, necesitaban a Ron urgentemente, un terremoto había devastado una región del norte de Colombia y había muchos desaparecidos. A la mañana siguiente Ron estaba ya subido en un avión de las fuerzas aéreas estadounidenses preparado y listo para realizar su primera misión, Richard tenía sensaciones encontradas, por un lado tenía miedo de perder lo que le de alguna manera le había devuelto las ganas de vivir y por otro lado estaba muy contento de poder ayudar en algo.Fueron dos semanas interminables, parecía que no pasaba el tiempo, no apagaba nunca la televisión ni la radio para tener noticias constantes de lo que estaba ocurriendo en aquel país tan maltratado por la naturaleza, hasta que volvió a sonar el teléfono y una voz le pedía que fuera al aeropuerto a recoger a Ron.Una vez allí y mientras esperaba a que el avión aterrizara, no podía controlar sus nervios, paseaba de un lado a otro de la sala de espera, hasta que oyó su nombre y le permitieron acceder a la pista exterior.El capitán en persona se encargo de darle la correa que sujetaba al animal: 
-          Gracias por su colaboración, ha efectuado un trabajo fantástico, logro localizar con vida a dos niños que permanecían sepultados bajo unos cascotes en un lugar de muy difícil acceso. 
-          Ha sido angustioso esperar noticias, pero ahora siento que todo ha valido la pena. 
Se despidieron de manera cordial y Richard regreso a casa con Ron, hacía mucho tiempo que no tenía esa sensación tan intensa dentro de su cabeza, estaba totalmente orgulloso de su perro y de haber logrado gracias al esfuerzo del entrenamiento diario volver a ser útil.  



Capítulo IX ¿por casualidad o predeterminado?  (Jorge Llorente)
Ya habían pasado dos meses desde que el amable perro Ron,había sido rescatado por Richard, pero las dudas seguían en su cabeza, no estaba seguro de si el que había encontrado al perro fuese el por casualidad o fue predeterminado, pero Richard sabía que alguien lo había tenido que dejar ahí, en la nave, quería saber quién había sido el que había abandonado al perro de esa manera y más siendo un cachorro de una especie tan cara como el Mastín Tibetano.
-¡Rose!, ¿Qué tal? ¿Qué haces tú por aquí?
La temible sospecha de Richard se había cumplido, la pesadilla que le atormentaba todas las noche era esa, que fuese Rose, ya se había enterado de que Rose estaba manipulada, la pillo un día en la habitación que había tenido en una de sus giras pero no había dicho nada, después de esa ocasión hubo más, pero la más importante fue cuando la pilló hablando con su jefe, estaban hablando sobre él, el jefe Philip le había dicho donde vivía y cuál sería la excusa perfecta para aparecer allí de repente.
-No podía esperar más quería preguntarte que tal estaba después del accidente que había ocurrido a tu llegada, y también…
-Lo siento Rose pero no me gustas ere muy simpática y tal pero no eres de mi estilo.
-¿Me podría quedar unos días en tu casa?  
Richard no quería que Rose sospechase sobre si él sabía o no la gran mentira en la que le intentaba meter a sí que él aceptó gustosamente.
-¡Qué bonita es tu casa y sobre todo el perro! ¿Te le has encontrado?
-Sí ¿por?
-Por nada, por nada.
Richard sabía perfectamente que Ron tenía algo que ver con Rose, y además ya llevaba unos cuantos días quitándole el collar con su nombre, su escusa era siempre la misma: -Lo voy a limpiar. Decía siempre Rose pero Richard sabía perfectamente que el collar tenía algo de especial. -Me voy a la ciudad. Le había dicho Richard esa mañana a Rose, pero esta vez no la había invitado a ir con él. La intención de Richard era comprarle otro collar a Ron.
-Buenos día buscaba un collar para perro.
-Espere un momento y le traigo todos los que tenga para perros.
Por fin Richard ya había comprado el nuevo collar para Ron, hico alguna que otra compra más y se largó a casa, se moría de hambre, se había entretenido más de la cuenta en la nueva tienda para asegura a los perros y hacerles revisiones todos los meses, la verdad es que  en la tienda “Sin pulgas y con garantía” le habían ofrecido buenos precios que eran de nueve euros y medio por mes.
-Qué sorpresa no sabía que se te daba bien cocinar.
Rose le había preparado unos espaguetis a la boloñesa y como era verano y hacía mucho calor una buena tarrina de helado de menta plátano y plátano sus preferidos, tamién le gustaba el chocolate pero por mala suerte todo lo que conteniese cacao no lo podía comer ya que tenía alergia.
Ya había pasado Dos meses desde que  a finales de mayo había llegado Rose, y Richard, seguía viendo las mismas cosas de siempre llamadas raras, cartas que aparecían abiertas… Pero en lo que realmente se dio cuenta de que algo le ocultaba sobre el perro era que el día aquél en el que Richard había comprado un collar nuevo con la escusa de que el otro estaba muy gastado era que en cuanto Rose se dio cuenta se enfadó mucho y no dio ni una sola razón. 


Capítulo X   pedazo collar para perros ¿no?  Marcos Fdez. Bahillo
Estuvieron cenando los espaguetis  y rose no dijo ni mu en toda la cena porque estaba enfadada por el cambio repentino del collar del perro.
Después de haber terminado de cenar y haberse ido a la cama, cuando roes vio que Richard estaba ya dormido, quiso levantarse en busca del collar del perro. Pero por desgracia y por fallo suyo le movió la  pierna y hizo k se despertara, el la pregunto que a donde iba, ella la dijo – ha beber agua-. Richard no se lo creía así que la siguió hasta la cocina en la que se encontraba ella buscando el collar. Richard hizo como si no supiera que iba en busca del collar y dijo bostezando – aaaaaaaaa que sueño voy a beber agua que tengo muchísima sed-. Ella dijo – pos ala a la cama -. Se durmieron y ella ya no se movió en toda la noche.
Al día siguiente, en el desayuno, Richard  la pregunto que le parecía el collar nuevo del perro y ella la dijo que era mejor el de antes. Él le dijo si quieres le ponemos el viejo que a mí me da igual. Ella rápidamente acepto y le dijo haber donde está. El fue a cojín del perro donde tiene todos sus juguetes y todo y le quitaron el nuevo y le pusieron el viejo. Ya por la tarde, el vio como ella cogía ota vez el collar del perro. El ya arto al dijo gritando –pero rose se puede saber que leñes haces con el collar del perro que el pobre debe de estar ya arto de que se lo pongas y se lo quites-. Ella se puso a llorar. Le dijo ella – es que tengo que decirte una cosa-. –Dime- dijo él. – Es que tengo deudas por que mi madre esta moribunda y tengo que pagar todas sus operaciones, y como el collar tiene todos estos diamantes lo he llevado al joyero y me ha dicho que son auténticos y que podría conseguir cientos de dólares por cada pedrusco del collar. – Y por qué no me los has dicho que tu madre estaba mal que por algo somos pareja y las parejas se cuentan las cosas- dijo él. – es que me daba vergüenza porque no tenía ni idea de como ibas a reaccionar- respondió ella. En el mismo día los dos fueron a la joyería que desincrustarán los diamantes del collar para poder venderlos ganar dinero y poder salvar a su madre. Después de que pasaran varias horas que se tomo el joyero para desincrustar los diamantes, cogieron los diamantes y le dijeron que si lo estaba interesado en conseguir estos diamantes, el les dijo que no estaba interesado pero que el sabia de una mafia que podrían pagar mucho por esos diamantes y les dijo donde podían encontrarlos y como.


CAPÍTULO XI: Con los diamantes hasta el infinito y más allá (Carla Martínez)
El joyero entregó a Richard los diamantes que guardó en un bolsillo de su
elegante chaqueta y le dio las direcciones de qué días y en qué lugares
estarían los de la mafia. Se lo apuntó en un papel y se lo dio a Rose. El hombre
guardo el collar con todos los diamantes desincrustados mientras los dos, y el
perro salían de la tienda. Ya en la calle, una calle estrecha en la que
difícilmente entraban dos personas y los dos iban comentando que día irían a
ver a la mafia.
-          Rose ¿Qué día crees que será el más oportuno para ir a verlos?
-          Richard yo el lunes no puedo …
Richard se quedo callado pensando en si lo de la madre de Rose sería verdad.
Ella iba pensando con la mirada al frente y paseando a Ron. Richard notó que
estaba nerviosa a lo que dijo:
-          Tranquila iré yo el lunes 
-          Pero …
-          ¿Qué pasa?
-          Que ya que el dinero es para mi madre querría acompañarte
-          Bueno tranquila jajaja que crees que ¿te lo voy a quitar?
-          No pero bueno mejor vete el martes ¿sí’
-          Bueno ya hablaremos. Todavía hay tiempo
Durante todo el camino los dos iban pensando en sus cosas y de vez en
cuando paraban porque el perrito quería hacer sus necesidades. Ya al llegar a
casa Rose quito la correa a Ron y se metió en el baño mientras sacaba su
móvil. Richard sentado en el sofá rascando la barriguita a Ron, oía atentamente
la conversación de Rose con Philip. Ella decía con pelos y señales la mentira
que había dicho a Richard y él le daba la enhorabuena y seguía mandándola
sus siguientes pasos. Lo que colmó a Richard fueron sus siguientes palabras
oídas perfectamente ya que Rose no tenía ni disimulo ni una voz fina y baja y lo
hacía lo mejor que podía.
-          Rose el día que creas y veas que va a salir de casa tendrás que huir con esos diamantes para tu “madre” y con Ron el perro.

-          Pero Philip ¿Para qué quiere usted otra vez a ese condenado chucho?

-          Ese perro es lo único que hace a Richard feliz. Bueno te doy la
           enhorabuena que va a sospechar ya hablaremos y espero que lo hagas
           rápido.
-          Así lo haré
Y colgó…
Richard estaba viendo la tele con Ron esperando a que Rose saliese para
hacer la cena. Ya fuera del baño y con su ropa de estar en casa horneó una
pizza e hizo uno de sus postres favoritos: las natillas. Estuvieron toda lo que
quedó de noche sin hablarse. Richard se metió a la cama y Rose se quedó con
Ron. Podría haber escapado pero recordó las palabras de Philip: ‘ Rose ante
todo no huyas por la noche, ya que sería bastante obvio.’ Rose fue a la cama
también y dejo a Ron en su cómoda caseta de perro con sus cojines.

Habían pasado ya 15 días y Richard nunca salía solo o salía con los dos, su
perro y Rose, o salía con Ron. Además también Rose podría haber huido el
detalle está en que en el bolsillo de Richard estaban los diamantes y pedírselos
sería demasiado. Richard como no era tonto guardó los diamantes en su caja
fuerte mientras Rose se angustiaba de tal situación. ¿Qué podría hacer? En
unos días Philip llamaría y no sabía como conseguir la clave ya que si pedía la
descubriría.

   CAPÍTULO XII: ¿ENCONTRAR LA CLAVE  DE LA CAJA FUERTE?, TAREA DIFÍCIL… (Sofía Muñoz)

Por lo que Rose tuvo que apañarselas para conseguir la clave de la caja fuerte de Richard. Se la ocurrió pedirle a Richard que si podía quedarse a dormir en su casa ya que se había echo tarde. Y así lo hizo, se lo pidió y Richard le respondió:
-¡Claro!, ¿cómo no ibas a poder quedarte? Dormirás en esta habitación, es muy tranquila y acogedora. (Es una de las dos habitaciones libres que tiene Richard en su casa).
-Muchas gracias por tu hospitalidad Richard, eres muy amable, si no te importa me iré a la cama, estoy cansada.
-No tienes por que  agradecermelo mujer. Claro que sí. Buenas noches.
Entonces fue cada uno a su habitación, y Richard se    durmió en muy poco tiempo, pero Rose no, porque tenía que pensar algo para entrar en la habitación de Richard he intentar abrir la caja fuerte, finalmente Rose se durmió.
Al día siguiente, Rose, al ver que Richard no estaba en casa fue a la habitación (de Richard). En la puerta de la habitación había una carta pegada, en ella ponía que Richard se había ido a la compra, y que no sabía cuanto iba a tardar. Era el momento justo para que Rose entrara en la habitación de Richard y buscara la caja fuerte.
Empezó a buscar por toda la habitación, para ver donde estaba la caja fuerte, al buscarla lo desordenó todo. Al final, después de un buen rato, la encontró. Estaba detrás de un cuadro de la habitación. En el cuadro había una foto de él, Richard, y de su mejor amigo fallecido, Jerry. Al quitar el cuadro, para ver la caja fuerte, se le cayó y se rompió. Rose no sabía que hacer, Richard tenía mucho cariño a ese cuadro, ya que se lo regaló Jerry especialmente para esa foto, así que Rose tuvo que inventarse una mentira sobre lo que había pasado, y lo tenía que hacer pronto, porque Richard le envió un mensaje a Rose para decirla que ya estaba de camino.
Decidió decirle a Richard, cuando llegara, que le habían entrado a robar, aunque esa mentira fuera muy precipitada no tenía más tiempo de inventarse otra, ya que Richard estaba entrando por la puerta de su casa. Rose fue corriendo a la puerta y se lo contó todo a Richard (la mentira).
-¡Richard ven corriendo, han entrado ha robar!
-¿Cómo?
-Sí, estaba yo durmiendo y oí un ruido en tu habitación, entonces me desperté, entré y en ella observé a un hombre que estaba intentando abrir tu  caja fuerte, pero cuando me vió a mí se fue por la ventana, cayó al balcón de enfrente y desde allí saltó a la calle, por dónde se fue corriendo. La cara, la llevaba tapada así que no pude verla.
- ¡Han roto mi cuadro! ; Pásame el teléfono, voy a llamar a la policía.
Entonces llamó y vinieron de inmediato. Estuvieron interrogando a Rose y a Richard, pero no encontraban los suficientes datos como para seguir con la investigación, así que una semana después, archivaron el caso.
Richard estaba muy indignado, habló con ellos pero siempre le decían:
-Lo siento señor, no podemos hacer otra cosa,  si encontramos algún dato más le avisaos de inmediato.
Rose llamó a Philip para avisarle de que iba a tardar más tiempo del previsto, le contó todo lo que había ocurrido. Philip le da tres días más a Rose para encontrar la clave de la caja fuerte.
Rose pensó en que podía se una fecha, una fecha importante para Richard. Así que cuando iba hablando con él le preguntaba fechas que Rose pensaba que serían importantes para la vida de Richard. Rose metió una de las fechas que le preguntó a Richard y, ¡acertó!, era la fecha en que Jerry murió.
Rose llamó a Philip y le dijo la clave de la caja fuerte.

CAPÍTULO XIII La Llamada (Laura Herguedas Duarte).
Richard estaba en su habitación tumbado en la cama pensando en el robo y en lo que le había contado Rose. No paraba de imaginarse cómo ha podido aquel hombre enmascarado entrar cuando la puerta estaba cerrada con llave y la ventana la cerró ese mismo día. Entonces pensó que ha tenido que ser alguien cercano a él pero ¿quién? Y lo más importante ¿por qué?
De repente escuchó una voz que venía desde el otro lado del pasillo; era la de Rose. Richard sentía mucha curiosidad por la conversación y sigilosamente fue despacio hasta llegar al marco de la puerta de la habitación de su compañera que fuera quien fuese el que estaba al otro lado del teléfono, Rose le decía lo siguiente:
-       La misión está casi cumplida y todavía no me has dado mi parte del acuerdo… ¡te digo que es verdad!... no pude abrir la caja fuerte porque no encontraba la llave, ¿dónde la tendrá?... no, no podemos hacer eso, Richard es muy astuto y si ve algo raro puede sospechar, descubriría nuestra tapadera… mañana te llamo si descubro algo… adiós.
Y colgó. Richard no podía creerlo, su compañera la que en muchos casos creyó que era su amiga, le ha estado mintiendo todo este tiempo, incluso también con lo del robo. Antes de que pudiera irse corriendo a su habitación, Rose salió de la suya:
-       ¿Qué haces aquí Richard?- preguntó confusa.
-       Estaba dando un paseo mientras pensaba en lo del robo y la verdad es que he descubierto que ha sido una persona cercana, muy cercana.
Esto sobresaltó a Rose.
-       ¡Qué me dices! – preguntó toda nerviosa.
-       ¿Tú no sabrás quien ha podido ser por casualidad?
-       ¿Yo? No. Pero puede haber sido cualquiera.
-       Bueno. ¿Con quién hablabas? – dijo interesado Richard.
-       Con mi hermana que está en la universidad. Nos da recuerdos a todos.
-       Igualmente para ella. Luego te veo – se despidió Richard.
Richard se fue desolado, no porque Rose hubiera hecho esa cosa tan horrible como lo del robo, sino que encima le hubiera mentido en la cara. Volvió a su habitación pensativo. Estaba tan enfadado que ni siquiera Ron le hacía cambiar de estado.
Más de una vez, Richard pensó en irse de la academia porque en aquel lugar estaría viendo a Rose todos los días y no le gustaba la idea de compartir trabajo con la misma persona que ha intentado robarle y encima le ha roto el cuadro que él tanto quería. Pero por otro lado pensó en sus compañeros y en lo que les dijo el día que murió el soldado Johnny: Tenemos que seguir adelante al igual que él lo hubiera querido.
No podía decepcionarles así que después de darle tantas vueltas a la cabeza, pensó que lo mejor sería seguir a su lado al igual que Johnny, Jerry y Bob lo habrían hecho.
A la mañana siguiente, el pelotón Arivaca estaba esperando a Richard en los campos de adiestramiento para seguir con los entrenamientos pero nuestro protagonista estaba tan enfadado que quería pagar su dolor con la culpable y no con los demás:
-       Rose por favor quiero que de cinco vueltas a todo el campo si es tan amable – dijo Richard.
-       ¿Solo yo? Pero ¿por qué?
-       Últimamente la he visto muy distraída de sus labores con respecto a sus compañeros. Espero que lo entienda.
-       Lo entiendo señor instructor pero como somos un equipo creo que deberían correr ellos también – protestó Rose.
-       Puede que sí pero no quiero que vallamos cada uno de una manera en el pelotón así que empiece a correr.
Y Rose, sin rechistar, empezó a correr hasta dar las cinco vueltas que el instructor le había ordenado.

Capítulo XIV: El espía (Jorge Nieto Alejo)
Richard observaba atentamente como Rose daba vueltas al campo y sonreía mientras veía caer las gotas de sudor por su cara. No le perdonaría nunca lo que le había hecho. Había estado toda la noche dando vueltas en cómo vengarse, lo primero las vueltas y luego… había ideado un plan, poner una cámara en la su habitación para que así quedara registrado lo que ocurria allí aunque él no estuviera.
Rose miraba a Richard con cara suplicante, hacía mucho calor y parecía que el campo no tuviera fin. Rose intuía que algo había cambiado, Richard no se había creído lo que ella le había dicho, pero tampoco sabía si había oído toda su conversación. Esperaba que no fuera así.
Rose llegó agotada a casa con ganas de ducharse, Richard no le había dirigido la palabra en todo el camino. Cuando bajaron del coche Rose se atrevió a preguntar:
-¿Sigues enfadado conmigo?
-¿Por qué? ¿Debería estarlo?
-Es que lo de dar las cinco vueltas me ha resultado extraño…
- No tengo ganas de hablar, me parce una conversación absurda y no tengo porque darte explicaciones.
Esa noche ni Rose ni Richard pegaron ojo.
A la mañana siguiente Richard colocó la cámara en la estantería de su habitación con el objetivo apuntando a la caja fuerte, apenas se veía, había hecho un buen trabajo.
Richard bajó a desayunar y se encontró a Rose en la cocina.
-¿Te preparo unas tostadas? –preguntó Rose.
-No, gracias, no tengo hambre. –contestó Richard.
Richard se tomó un café y se despidió de Rose, diciéndole que no volvería hasta la noche, pues después de trabajar quería visitar a un amigo que vivía en las afueras de la ciudad.
Cuando escuchó cerrar la puerta Rose fue rápidamente a la habitación de Richard y después de vario intentos pudo abrir la caja fuerte. Para su sorpresa la caja fuerte solo contenía un sobre.
Con manos temblorosas se decidió a abrirlo, y allí estaba el collar, pero solo la foto, y escrito sobre la foto con la letra inconfundible de Richard un mensaje que decía :
“HAS COMETIDO UN GRAVÍSIMO ERROR. TE ACORDARÁS DE ESTO”
Rose asustada, dejó las cosas como estaban y continuó su rutina diaria. Lo que no sabía es que esta vez no podría ocultar su delito. No había visto el parpadeo rojo de la cámara que se escondía en la estantería.


Capítulo XV: Las observaciones (Miguel Rodríguez Sanz)
Al anochecer Richard regresó a casa y como en los días anteriores no mantuvo una conversación larga con Rose. Después de dormir subió a su habitación y cerró el pestillo comprobando que Rose no le había seguido. A continuación bajó la cámara de la estantería donde la había colocado e introdujo la tarjeta SD de la cámara en el ordenador. Al ver el video observó que sus peores temores eran ciertos. Rose había intentado abrir la caja fuerte con acierto y después también vio como Rose se llevaba una sorpresa al ver el contenido de la caja. Después vio como cerraba la caja y como lo dejaba todo como estaba antes de entrar en la habitación. Ahora era imposible que Rose le pudiese negar la verdad. Después se fue a la cama pero estaba vez mucho más tranquilo y relajado. Mientras, Rose estaba ideando un plan para decirle a su jefe como no había conseguido la misión.
A la mañana siguiente cuando Rose se levantó, Richard ya estaba despierto y la preguntó si quería una tostada. Esta estaba medio adormilada pero pudo decirle que sí. Después entablaron una conversación.
-¿Por qué estás tan callada?- Le preguntó Richard a Rose.
-Estoy cansada, no tengo ganas de hablar -Le respondió Rose tajantemente, ella sabía que además de los problemas que tenía con su jefe también tenía otro gran problema con Richard.
Pero no fue hasta que Rose terminó el desayuno cuando Richard preguntó:
-¿Rose, por qué lo hiciste?
Esta se hizo la desinteresada e intentó cambiar de tema pero Richard seguía preguntándole el porqué del asunto. Por fin Richard cedió y no volvió a preguntar, pero sabía que si la grababa una conversación con su jefe no habría nada que pudiera impedir que Rose diera explicaciones.
Por la tarde, Richard decidió salir llevándose consigo el collar y poniendo como escusa que iba a hacer la compra, pero lo que en realidad iba a hacer era comprar las cámaras para grabar a Rose.
Llegó a la tienda de cámaras y allí le ofrecieron de diferentes tamaños. Richard escogió varias que pudieran grabar bien el sonido y volvió a casa. Antes de regresar a casa pasó por el supermercado para que Rose no sospechara. Cuando volvió era tarde y al ser domingo al día siguiente irían a la zona de entrenamiento. Richard se intentaría escapar un momento para colocar sus cámaras y luego volvería con la patrulla.
En la cena hablaron más y Rose le preguntó qué tal le había ido el día. Este le respondió que bien y en cierto momento le dijo:
-Oye, Rose mañana irá todo mejor, el otro día estuve un poco preocupado- Le dijo Richard a Rose para calmar los ánimos, aunque por dentro no sentía nada de pena.
-Ésta le dijo-No pasa nada, te entiendo.
Al día siguiente Richard se escabulló un rato dejando al mando a Rose para que hubiese confianza y cuando llegó a casa se puso manos a la obra a montar las cámaras. Después regresó con la patrulla.

Al atardecer volvieron a casa y al terminar de ducharse Richard escuchó que Rose estaba hablando. Se acercó a la habitación y escuchó a Rose hablar con su jefe. Al salir de la habitación Rose bajo a cenar mientras, Richard se vistió, cogió la cámara y el ordenador y bajó a cenar para enseñarle a Rose la conversación y el video. Ahora estaba seguro de que iba a tenerle que dar una buena respuesta.


Capítulo XVI: El porqué de las cosas. (Rodrigo Minguela Fernández)
Nerviosa, tras haber visto la grabación, Rose se levantó de la mesa, su cuerpo acelerado dejó a Richard observándola mientras ésta salía despavorida de la vivienda, Richard no entendía porqué puso puntos suspensivos en su tiempo vivido con Rose, cuando debía de haber puesto un punto y final, su rostro en la cara lo decía todo; todos los sentimientos posibles de tristeza se reflejaban en su pálida faz. Diez de la noche, Richard descansaba sobre el sofá del salón había silencio en la casa, tan sólo se oía el crujir de los árboles, acariciados por el viento, mecido por la luna.
Blanco, era el protagonista de la historia cuyo escenario estaba situado en los sueños de Richard, Sí, había conseguido conciliar el sueño, pero su mente estaba vacía, alguna vez había conseguido establecer formas con variaciones de colores, lo que le provocaba dolor de cabeza, esto se repetía una y otra vez, hasta que por fin, el tintineo de las manecillas del reloj, movidas al compás de los latidos de corazón de Richard, consiguieron despertarle, alzó su cuerpo, mientras las gotas frías de sudor descendían de su cabeza. Richard no conseguía olvidarse de Rose y de su plan, nunca podría entender por qué hizo tal cosa, pero, Richard no se iba a quedar atado de pies y manos, sino que iba a indagar. Apresuradamente, Richard cogió un cuaderno y un lápiz, en él apuntó todos los datos que había grabado: paphipalip pate paes pape paro paen pala paca palle paka patrina. Richard no entendió nada pero se dio cuenta de que se repetía muchas veces pa así que volvió a leerlo quitando la sílaba; Philip te espero en la calle Katrina, Richard se sobresalto ¡Esa calle estaba cerca de su casa! Descuidadamente cogió sus botas y se las puso. Ocho de la mañana, y Richard estaba de camino hacia la calle Katrina, daba zancadas por la calle, el suelo estaba humedecido, entonces vio un cartel donde afirmaba que estaba en la calle que el deseba, entonces se paró, pensó, y su cara de alegría y entusiasmo pasó a ser de desesperación, sí, él había llegado hasta alí, pero, no sabía cual era la continuación de aquella historia sobre la que un tal Richard  Lincoln escribió el final sin saber el principio.  Richard dio una patada al suelo, entonces le dio tiempo para fijarse que en el suelo había uno de los pendientes de Rose, al agacharse pudo ver tras la rendija de una alcantarilla a un hombre vestido de etiqueta, el que estaba gritando a alguien, al girar la cabeza pudo verlo desde otra perspectiva, el hombre estaba gritando… ¡A Rose! No podía ser, sin pensarlo dos veces bajó por la escalera de la alcantarilla, estaba mojada y el óxido del hierro desprendía un olor insoportable, al bajar iba muy despacio sin hacer ruido, como si fuese pisando cristales, se escondió detrás de unas cajas de manzanas, desde allí vería toda la conversación y podría enterarse de por qué Rose le engañó, A Richard le empezaron a llorar los ojos, entonces se dio cuenta de que era alérgico a las manzanas, no pudo contenerse, infló los mofletes, cerró los ojos, y un brusco estornudo fue lo suficiente para que Rose y Philip se dieran cuenta de que allí había un intruso, el intento de Richard de escapar y salir corriendo, fue fallido, Rose no mostraba deseo de retenerle, es más, ella quería que Richard escapara, pero el perturbado de Philip, quería todo lo contrario, la furia del jefe se veía a kilómetros, la vena de su frente se hinchaba por cada segundo en el que Richard respiraba. El prisionero de Philip intentó escapar, con pasos bruscos dados en el mohoso suelo Richard consiguió poner las dos manos en  las tuberías oxidadas que apiladas se semejaban a una escalera, los pies se elevaban hasta conseguir pisar la parte inferior de la estructura, entonces, en ese mismo instante Philip le agarró del pie con brusquedad, dejándole con menos oportunidades de escapar; todo estaba perdido, Richard no sabía que significaba todo aquello, la idea de no poder salir de allí le aterraba; Philip tiró de él, dejándole tirado en el suelo, acariciando la áspera superficie, al alzarse, estos dos quedaron con la mirada opuesta, Richard sabía que cualquier movimiento brusco sería en vano, pero Philip se le adelantó, sacó una pistola y disparó, en ese momento la escena de aquella oscura habitación subterránea, escondida bajo las alcantarillas pasó a cámara lenta, parecía que la bala no llegara nunca, como si fuese un año sin ver llover, la vida de Richard se mostró ante sus ojos.
Verano. Nueve años. Richard caminaba entre la esbelta hierba del campo cerca de la casa de su abuela, su anonimato daba inquietud a los demás niños que jugaban por la zona, excepto una niña, de ojos claros y bello rubio… Richard se detuvo de pensar, esa chica… ¡Era igualita a Rose! ¿Sería ella? ¿Sería su motivo, el de reencontrarse con él? Entonces en ese mismo instante Richard se apartó, dejando caer la bala lejos de él, Rose llamó a Richard, sus ojos intensos se miraban fijamente, mientras Philip se sentía estúpido los ojos claros de ambos compañeros del pasado parecían dos llamas de fuego ardiente sobre un océano de agua helada.


CAPíTULO XVII: LA RECONCILIACIóN. (Raquel López)
En la alcantarilla se podía oír como la bala golpeaba el suelo, haciendo tal sonido que parecía como si unas tintineo de campanas resonaran. A Rose aquella escena le hizo recapacitar “porque habré hecho esto tan estúpido” se dijo, en su cabeza, mientras que sus mejillas se empapaban de lagrimas. Philip estaba sobresaltado y lleno de furia, no podía comprender como Richard había podido hacer aquello tan sobrenatural. Philip cogió la pistola para no dejar pruebas y se fue corriendo. Richard se levanto de inmediato, con alguna dificultad, intentando alcanzar a Philip, pero el ya le llevaba mucha ventaja. Richard volvió al lugar donde estaba Rose, ella estaba llorando de rodillas en el suelo, como si fuera una estatua. Rose estaba segura de que Richard nunca le iba a perdonar. Richard se estaba marchando cuando Rose le dijo:                                                                                                                                              - Lo siento no pensaba que él iba a llegar a esto, pero lo tuve que hacer, el me amenazo con matar a mi familia y…                                                                                                                                    -Lo entiendo, pero porque no me lo dijiste, podría haberte ayudado.                                         – Tenía mucho miedo, no supe qué hacer.
En ese momento Rose empezó a llorar más fuerte, como si se hubiera acabado el mundo. Richard pensó en que hubiese hecho él y fue hacia ella y le dijo:
-Tranquilízate, iremos a casa y te preparare algo.
El camino se les hizo largo, Richard no paraba de pensar en lo que había ocurrido y Rose lo mismo. Ya era tarde. En casa Ron estaba muy contento de ver a Richard y Rose, pero pronto se “rajo” un poco al ver que los dos estaban bastante serios. Richard se fue a la cocina mientras que Rose se fue a la habitación a ponerse algo cómodo. Ron como buen perro que era, fue a donde estaba  Richard y lo miró como diciendo “¿Qué te pasa? ¿Por qué estáis así?”, éste le acaricio y le cogió en sus brazos dirigiéndose al sofá mientras se calentaba la comida. Rose volvió y se sentó al otro extremo del sofá, aprovecho para mirar los mensajes que tenía en su móvil. Vio uno que era de Philip, ella se sobresalto, pensó que ya la iba a dejar en paz, pero no era así. Decidió abrirlo, decía lo siguiente:
Rose, Rose, esto no quedará así. Iré a por tí cuando menos te lo esperes, así que o me entregas los diamantes o te mataré a tí y también a quien se ponga por medio.
De inmediato ésta se arrimó medio llorando a Richard que tenía a Ron en los brazos. Ron asustado se fue a su camita, donde dormía. Richard le pregunto que porque estaba lloraba ahora, ella le enseño el móvil, el no vio nada porque estaba bloqueado, Rose puso la contraseña y se lo enseño. Él le dijo:                                                                                                              -No te preocupes mientras estés conmigo no te pasara nada. Llamaremos a la polic…
Ella no le dejo terminar y de inmediato empezó a subir la voz diciendo:
-No, a la policía no, ni se te ocurra o me matará y lo peor, dice que matará a todos lo que se interpongan. Tengo miedo.
– Ya pero no nos podemos quedar de brazos cruzados.
Rose se levantó y se marchó al baño a llorar. Los llantos se oían desde fuera del baño, Richard intentó convencerla, tras una hora intentándolo hacer, no funcionó, decidió irse a la cama mañana lo intentaría otra vez. El reloj marcaba las 4:30 de la madrugada. Rose decidió salir del baño, se fue a la habitación. Cogió su maleta y empezó a meter la ropa, pero hubo un inesperado fallo, Ron se había despertado y fue directo a la habitación de Rose, se subió a la cama y empezó a ladrar y a saltar. Rose intentaba pararlo pero cada vez que le cogía ladraba más fuerte. Hasta que se levantó Richard, este abrió la puerta y Ron se fue corriendo a la otra habitación. Eran ya las 5:15 y Rose y Richard estaban levantados. Rose cerró la puerta. Richard se dirigió a la habitación de Rose, llamó un par de veces y luego entró, la pilló metiendo lo que la quedaba de ropa en la maleta, entonces Richard la preguntó:
-¿Qué estás haciendo?                                                                                                                - Nada de nada Richard, jajaja…                                                                                           - Anda, ¿cómo que no? ¿Para qué es esa maleta?                                                           - Que nada, es que todavía tenía ropa en la maleta y estaba aprovechando para vaciarla.                                                                                                                    - Claro…No te irás a ir ¿no?                                                                                          - Que no, que no me voy a ir.                                                                                     -Sí y ¿Por qué estas sacando la ropa a estas horas?                                             - Está bien, lo siento pero no te quiero causar problemas, así que me quería ir, todo lo que ha pasado a sido por mi culpa.
Tras esas palabras Rose se puso otra vez a llorar y Richard la abrazó diciéndole que no les iba a pasar nada. En ese preciso momento Ron volvió otra vez a la habitación para jugar. Después de jugar un rato con Ron a Rose le entró sueño y cada uno se fue a sus camas, pero Richard casi  no pudo dormir, mientras que Rose si dormía, pero despertándose continuamente. Mañana sería un nuevo día. 




Capítulo XVIII: La huída (Carla Gangoso)
A la mañana siguiente cuando Richard se levanto fue a ver que tal estaba rose, llamo tres veces a la puerta pero nadie abría decidió entrar, cuando abrió la puerta no vio a nadie tan solo una carta donde decía lo siguiente:

Richard lo siento mucho pero he decidido irme no quiero causar molestias ni más problemas no me busques por nada del mundo yo estaré bien no te preocupes por mí.
                                         Besos rose.
Richard se puso muy triste al leer la carta y decidió irla a buscar porque estaba muy enamorado de ella y no quería que el bobo de Philip la hiciera algo malo o incluso llegara a matarla. Richard se tiro toda la tarde recorriendo la ciudad en busca de Rose ya que pensó que no estaría muy lejos, con todas las esperanzas perdidas de que ya no la encontraría de repente oyó su teléfono pensó que era Rose la que llamaba pero todo lo contrario era Philip.
-Hola Richard no te esperabas esta llamada ¿verdad? Si no te esperabas que te llamara Rose.
-¿Dónde está Rose? ¿La tienes tu verdad?
-Dame lo que quiero y la dejare ir y si no me das lo que quiero la matare.
-Como la hagas algo te juro que el que te matara seré yo a ti.
-Mañana a las 10:00 te esperare en tu casa y me darás lo que quiero de lo contrario matare a Rose.
-Primero déjame hablar con ella.
-Richard soy yo Rose por favor dale lo que quiere los diamantes están debajo del armario de mi habitación llévaselo mañana por favor.
Richard llorando le dijo:
-Rose te prometo que saldrás de esta y matare a Philip y seremos felices te lo prometo.
-Ya has hablado con ella mañana a las 10:00 en tu casa.
Philip colgó y Richard se puso a llorar solo quería que todo esto se acabara, se fue a casa y cogió los diamantes con una pistola los metió en su habitación y se hecho a dormir.                                                 A la mañana siguiente Richard se despertó a las 9:00 cogió los diamantes con la pistola y se sentó en el sofá, llegaron las 10:00 y Richard se asomó a la ventana vio un coche llegar, era ese loco de Philip llamo al timbre le abrió y entro apuntando con una pistola a la cabeza de la querida Rose, Richard rápidamente saco su pistola y le dijo:
-Suéltala y te daré los diamantes.
-Dame los diamantes y la soltare de lo contrario apretare el gatillo y la matare y el segundo en morir serás tú.
Richard le dio los diamantes y Philip soltó a Rose, Rose corrió y abrazo a Richard. Pero cuando Philip se dio la vuelta para irse con los diamantes Richard apretó el gatillo de su pistola y lo mato. Richard cogió el cuerpo y lo enterró en un bosque que había al lado de su casa y limpio la sangre que había quedado en su casa.


Capitulo XIX: La dureza de la verdad. (Víctor Rodríguez)
Rose se levantó de la cama asustada por el sonido del móvil. Todavía estaba asustada de lo ocurrido ayer.
El móvil seguía sonando, miro quien la llamaba. Era Bruce su marido. Ella se a asusto mucho al ver que era él. Por ya no se acordaba de su familia. De sus hijas y su marido. Ella cogió el móvil y estuvo hablando con él un rato. Richard iba a bajar a desayunar cuando la escucho hablando por teléfono.  El  creyó que no sería nada importante, asique bajo a preparar el desayuno.
Rose bajo a desayunar. Richard la vio algo pálida y la pregunto que la pasaba, que si la llamada era para informarla de alguna desgracia. Ella le digo que no era nada  malo. Y Richard no le dio mayor importancia. Richard se fue a pasear.
Mientras Richard paseaba se encontró con un viejo amigo llamado Bruce. Empezaron a caminar juntos y a hablar. Él le pregunto  que si tenía familia. Bruce le dijo que si que tenía mujer e hijas. Bruce le pregunto lo mismo a Richard. A lo que este pregunto que tenía una amiga especial llamada Rose. Bruce le dijo que su mujer se llamaba igual. Bruce se sacó un foto de ella y sus hijas, y se la enseño a Richard. Richard se quedó pálido al ver que la mujer de Bruce era la misma Rose con la que él estaba enamorado y con la que vivía. Richard le dijo que eran muy guapas las tres. Richard se fue a casa bastante disgustado y decepcionado. Richard estaba hundido, pero muy cabreado. Richard llego a casa, Rose no sabía lo que la esperaba. 

Capítulo XX La historia se complica (Rita García)                                                         


Cuando Bruce se lo contó a Richard, Richard se quedó pálido y se fue, poniendo una cara de enfado y decepción.                                                        Se fue a casa pensativo cómo Rose le podría a ver hecho eso.                           Cuando llegó a su casa Rose se puso muy nerviosa y se preguntaba por qué habría tardado tanto y porque tendría esa expresión en la cara.                      Ella preguntó con una voz nerviosa pero a la vez dulce:-Dime Richard: A qué viene esa cara?, El la miró con cara de despreció y de odio y sin contestarla se dio la vuelta.                                                                                                         Ella dijo:- ¿Te he hecho algo malo? Él contestó enfadado.
_ Sabes perfectamente lo que me pasa. Ella se quedó en silencio unos segundos mientras pensaba, se la ocurrió Bruce porque si la ha llamado ahora después de tanto tiempo no sería para nada bueno.                                                                                     Ella pensó que si se hubiese encontrado con Bruce sería su final porque nunca se había sentido a gusto con él siempre la había hecho la  vida imposible por eso se fue.                                                                                                         Rose dijo a Richard que se iba a dar un paseo, ella cogió el bolso y se fue.       Empezó ha sonar algo y Richard fue a investigar y por sorpresa era el móvil de Rose, él pensó en coger el móvil haciéndose pasar por Rose.                            Cogió el móvil y por sorpresa era Bruce, Richard pensó que para que llamaría y Bruce empezó a amenazar a Rose que si ella se había ido el también le quitaría a Richard.                                                                                              Colgó y Richard se puso muy nervioso y entonces comprendió porque no se lo había contado nunca, pensó en contarle a Rose lo que sabía por el bien de todos.                                                                                                              Rose llego a casa preocupada porque había visto a Bruce hablar por teléfono muy serio y enfadado y ella se había olvidado el suyo en casa y temía que Richard hubiera cogido su teléfono móvil.                                                                                                    Entró en casa corriendo y le dijo a Richard que si había cogido su móvil con tono de enfado y preocupación, él dijo que si preocupado y cuando los dos se quedaron en silencio él añadió: Bruce es un monstruo y se que me va a hacer algo.                                                                                                                   Ella se preocupó y dijo que tendrían que hacer algo porque Bruce es capaz de hacer muchas cosas peligrosas y que perjudicaran a los demás.                       Richard se fue a dar un paseo y cuando fue al final de la calle Bruce le esperaba con un cuchillo en la mano entonces sospecho Rose y salió de casa corriendo entonces vio a Bruce con el cuchillo en el cuello de Richard, Rose se puso a llorar y le dijo:-Por favor no le hagas daño házmelo  a mi si quieres pero a él no le hagas daño. Bruce añadió:-Porque te fuiste yo te quería tus hijas te quieren y las dejaste solas y si tú te fuiste y no volviste y yo no te tuve el tampoco te tendrá jamás así que o vuelves o le mato.                                            Ella se empezó a marear y a morderse las uñas pero Bruce tenía cada vez el cuchillo más cerca de su cuello y Rose le dijo a Richard  gritando                                                                  TE QUIERO.


Capítulo XXI Todo continúa ( María Manzanares)!
Todo había finalizado con ese TE QUIERO tan bonito de Rose pero cada vez que pasaba el
tiempo Bruce iba acercando más el cuchillo y yo quería hacer algo pero, ¿ qué? !!
Pensé en coger lo primero que estuviera a mi lado pero solo había que cosas inútiles; paso el
tiempo y lo que se me ocurrió fue decirla que yo también la quería pero eso solo empeoró las
cosas porque Bruce se puso más nervioso y Rose se desmayó, yo tuve una idea, cogí el móvil y
llamé a una ambulancia también le dije a Bruce que escondiera el arma y que nos acompañara al
hospital. !
Una vez en el hospital la cosa se tranquilizo y antes de que Rose se levantará Bruce y yo
estuvimos hablando:!
- ¿ Por qué la haces esto?!
- Yo solo quería que volviera a casa porque nuestras hijas se estaban haciendo mayores y
preguntaban por su madre y yo no sabía que decirlas.!
- Es una buena razón para venir pero, no hay que comportarse de esas formas y más si todavía
es tu mujer.!
- Ya lo se pero no sabía ni que hacer ni como reaccionar cuando la viese.!
En ese instante Rose se despertó y me miro con cara rara y dormida, lo primero que hizo fue
cogerme la mano y decirme que ella me quería mucho pero necesitaba ir a ver a sus hijas porque
casi no las conoció yo me puse muy triste pero a la vez me alegré porque cien ella una persona y
un brillo de ojos que nunca había visto.!
UNA SEMANA MÁS TARDE!
A Rose ya la habían dado el alta, estábamos comiendo todos juntos en casa; cuando terminamos
ayudé a Rose a hacer la maleta aunque sabía que una parte de mi noquearía dejarla marchar
porque me arriesgaba a perderla pero ella también tenía su vida de madre y mujer. Rose me dijo
que arreglaría los papeles y se divorciaría de Bruce y en un par de meses estaría de vuelta a casa
y a lo mejor traía a sus hijas algún fin de semana.!Ya había pasado unas semanas desde que Rose se había ido con Bruce yo me sentía solo y
abandona la casa se me hacía tan grande sin la compañía de Rose… Solo me sentía
acompañado cuando veía alguna película de amor verdadero y Ron se sentaba a mi lado.!
Tras una semana más sin noticias, una mañana Rose llamó y yo e alegré muchísimo la pregunte
que tal con sus hijas y con la gente de allí y me dijo que todo bien, pero que me echaba de menos
y que los papeles ya estaba en regla y Bruce había aceptado y lo último que en tres semanas ya
estaría allí, cuando dijo eso yo sentí de todo en mi estómago. Cuando colgó lo primero que se me
ocurrió fue que cuando fuera a recomerla al aeropuerto la pediría matrimonio. !
AL DÍA SIGUIENTE!
Cuando me levanté hice todo lo que hago cada mañana y di un paseo a Ron por el parque.
Cuando llegué de dar el paseo con Ron, me duche y me vestí para ir a comprar el anillo más
bonito que encontrase en la joyería del barrio.!
Estaba en la joyería y compré el anillo más bonito aún que me costase hasta el último centavo de
mis ahorros ya que nuestro amor lo valía. !
Al salir me encontré con un viejo amigo militar y me estuvo contando que tenía una familia y tres
hij@s, también me contó que estaba aquí de viaje familiar y que otro día quedaría con él; yo le dije
que quedaríamos cuando llegara mi madre.!



Capítulo XXII Por fin se terminó (Sergio Hernández)

Ya habían pasado las tres horribles, desesperantes, enervantes semanas.

Habían quedado en que Rose iba a ir a casa sola, pero como donjuán que es Richard no la iba a dejar sola y ya aprovechaba para pedirla matrimonio.

Por la tarde llegó el ansiado avión entonces Richard se plantó delante de ella y la dijo:-Rose Jones Brown  Lennon Rowling Monroe Shakespeare Green Simpson. ¿Quieres casarte conmigo?- Mientras de fondo había llegado una orquesta tocando: Have you ever really loved a women.- Sí, sí quiero, quiero pasarme el resto de mis, de nuestro, días juntos.

Tras pasar una noche llena de mucho amor, por la mañana empezaron los preparativos de la boda y entonces él hartado por tantos preparativos tiró todo a la basura.

Entonces recordó que tenía una cita pendiente y le dijo a Rose que si querría ir con él o quedarse. Ella claramente se fue con él, quedaron en un garito cerca del barrio, empezaron a hablar sobre cómo les trataba la viday que tal estaba todo por el barracón. Así pasaron las horas hasta caer la noche y se fueron a un restaurante: “la vi e bell”. Era comida de autor así que después se fueron a un Mc Donalds donde por la mitad del plato de uno solo cenaron los cuatro. Ya como iban un poco piripi se fueron a la casa de Richard y Rose y allí se quedaron bebiendo y a dormir.

A la mañana siguiente, mejor dicho al mediodía siguiente se despertaron, hicieron una comida-desayuno-merienda y se despidieron.

LLEGÓ EL FIN DE SEMANA…

Y empezaron los preparativos renovados y con energías para enfrentarse al reto de preparar una boda. Richard se encargaba de escoger la carta de regalos e invitar a los amigos. Mientras Rose se dedicaba a elegir el viaje de luna de miel, donde celebrarlo y esas cosas aburridas.

Llegó el gran día, el día en que se iban a casar pero lo que nadie pensaba es que el “amable” exmarido iba a ser el peor de los invitados…

Capítulo XXIII: Viaje con sorpresa (Victor Hontiyuelo Lomas)

Al levantarse de la cama Richard se fue al cementerio para decir a Jerry que este va a ser el mejor día de su vida; cuando termino de contarle a Jerry lo de Rose se para el coche y se fue a su casa.

Cuando llegó a casa se fue a la mesa de la cocina a por una manzana, a continuación se fue al salón a ver la tele; estaban poniendo en la tele un reality entre dos buenos amigos que vivían en distinta ciudad, pero se fueron  vivir juntos a Manhattan. A Richard le impactó muchísimo el reality de esos dos buenos colegas a si que sin vergüenza  se hecho a llorar del los recuerdos que le daban esos buenos años con su mejor amigo, Jerry.

Richard se empezó a preparar para su esperada y estupenda boda. Richard se termino de arreglar en su armario cogiendo una pajarita de color cian. De repente llamaron a la puerta, Richard no lo oyó y entonces llamaron otra vez a la puerta, pero esta vez más fuerte; entonces Richard dijo:
- Ya voy, ya voy, dirigiéndose a la puerta.
Entonces abrió y dijo:
-  ¡ OUH NO ES BRUCE !
Richard cerró la puerta con un portazo. Bruce dijo:
- Solo quiero hablar y darte la enhorabuena.
Richard no le creyó. Bruce repitió:
- Solo quiero hablar y darte la enhorabuena. De verdad.
Richard, respondió a eso:
- De verdad de la buena?
Bruce dijo:
- Quieres abrirme de una vez que tienes el evento mas      importante de tu vida a la vuelta de la esquina.
Richard entonces le abrió, pero con miedo.
Bruce le empezó a abrazar con bastante fuerza como si todavía le quiera matar, pero con abrazos. A Richard le dolió todavía más la espalda, porque le dolía bastante de aquella noche.

Richard se fue a su fisioterapeuta con Bruce. Cuando le hicieron el masaje Richard se quedó pensando en el cambo de personalidad que había dado en tan solo unas semana. Salió del masaje como un tanto como para que Bruce le tuviera que agarrar.

Otra vez se fueron a casa de Richard para hacer tiempo hasta la boda.

Llegaron las 17:00h y Bruce con una toalla para limpiar el sudor a Richard de lo nervioso que estaba.

Legaron a la iglesia y vieron a las familias fijándose en Bruce y todos murmurando: 
-          O no es Bruce.
Todos inquietos por la presencia de Bruce, Richard estaba en el altar esperando a Rose; tras unos minutitos de espera para que llegara Rose, Richard seguía sudando más y más. Hasta que llegó la futura mujer de Richard, mientras tanto estaba sonando el órgano.

Llegó  el esperado momento, dijo el sacerdote:
- Tú Rose Jones Brown Lennon Rowling Monroe Shakespeare    Green Simpson, ¿ quieres estar con Richard toda tu vida, hasta que la muerte os separe?
- ¡ SÍ QUIERO ! - respondió Rose.
- Y tú Richard Simmons Foster Parker Smith Evans Roberts Bill Perry, ¿te quieres casar con Rose?
Se palpaba la tensión…
- Sí, ¡SI QUIERO! – respondió.
Entonces por el poder que me otorga yo os declaro, marido y mujer. Rose y Richard se empezaron a intercambiar sonrisas y se dieron un largo beso. Al marcharse de la iglesia des lanzaron confeti y se montaron en el coche directo al restaurante.

Una vez allí cenaron y se fueron al salón para bailar hasta que se cansaran.
SEMANAS DESPUÉS…

Estaban en el aeropuerto para coger un avión para que les llevara a una de las lejana islas de Filipinas, la Isla de Palawan.

Tras un largo vuelo cogieron un tren a la ciudad de Puerto Princesa. Una vez allí se empezaron a instalar para estar ahí los 29 días de luna de miel. En esa misma tarde se fueron a ver el Río subterráneo de Puerto princesa se pasaron la tarde en el río viendo sus espectaculares vistas de las cuevas.

Llagaron de vuelta del río subterráneo y fueron a cenar al hotel. Pasaron días y días con una gran tormenta torrencial.
Una tarde que empezaba a aclararse, llamaron a la puerta. Rose fue rápidamente a la puerta creyendo que era el servicio de habitaciones que les traía la cena y se equivocaba era un señor con una cicatriz desde el pecho hasta el final del cuello, Richard se fue a asomo por la puerta preguntando:
- ¿Quién es cielo?
- Un señor que creo que se a equivocado de habitación – respondió la señora Simmons.
A Richard se le cayeron toda la enorme bolsa de pipas y el cenicero al suelo, con lo que este se rompió.
- ¿Eres tú, de verdad, Jerry…? - preguntó Richard.
El hombre cogió aire y dijo:
-          ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ RIIICHAAARD !!!!!!!!!!
Los buenos amigos se dieron un abrazo de largos minutos y empezaron a llorar de la emoción y de la alegría de verse.
Richard ofreció sentarse en el sofá para que Jerry le contra quien le salvó, que ha hecho durante estos años, que como le había encontrado y la historia de esa cicatriz
Jerry le fue contando:
- Me encontraron unas personas que no parecían de Vietnam me quitaron las balas de los disparos que me dieron entre el pecho y el cuello, de ahí la cicatriz. Durante estos años los habitantes del pequeño pueblo bastantes estaban con diferentes heridas, junto a los que me salvaron he ido ayudando a animales y ayudando a personas del pueblo – le comentó a Richard sus años en ese pueblo.
- ¿Y como me encontraste? – le preguntó Richard muy interesado.
- Busqué un teléfono para llamar al servicio, que estos me dieron el servicio de E.E.U.U y les dije que era un militar desaparecido en la guerra de Vietnam  y que me pusieran con el presidente. Estuve hablando con el presidente para saber donde estaba el lugar donde estabas viviendo. Me dijo que estabas en el pueblo de Arizona y me cogí un avión al pueblo más cercano, aterricé y me cogí un tren para ir a Arizona y fui a tu casa y no estabas, pregunté a los vecinos y me dijeron que se habíais ido de luna de miel Rose y tú a Puerto princesa y aquí estoy. – le contestó Jerry.
A Richard se le ocurrió otra pregunta:
- ¿Cómo era ese pueblo que te salvaron la vida?
- Pues me parecía que era una especie de pueblo-campamento militar con asistencia a heridos en guerras. – le respondió a la duda Jerry.
Ahora le tocaba las preguntas de Jerry a Richard. Lo raro era que solo preguntó 2 cosas:
- ¿Qué tal está mi familia?
- Triste por tu pérdida pero cuando se lo cuentes a todos hasta te harán una fiesta.
_  ¿Qué tal estás tú y tu esposa de recién casados? dijo Jerry.
-          Muy felices dijeron los dos a la vez.

Richard propuso  que se quedara Jerry aquí en el hotel, que lo pagamos nosotros y te cogemos la habitación de al lado y que cenaran todos los días juntos. Jerry no pudo negar la estupenda propuesta de Richard.

TRAS ACABAR SU LUNA DE MIEL…

Se fueron los 3 en el mismo avión y se mudaron a Manhattan Rose y Richard juntos y al lado Jerry.

Una amistad que durara siempre. 




2 comentarios:

  1. Hay algún fallo y faltas de ortografía per me gusta, algunos capítulos son un poco raros y el 1º no me gusta pero la verdad esque es muy buena para la edad. ;)

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  2. me gusta mucho la novela esta bien

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